Época: Edad Moderna
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
Mujeres lectoras y escritoras

(C) Adán Ruiz



Comentario

El dominio de la lectura empujó a muchas mujeres a tomar parte en la creación de nuevas obras, siempre de manera no profesional en la inmensa mayoría de los casos, puesto que ni mucho menos todos los autores masculinos se podían permitir vivir de su puño y letra en la Edad Moderna. Dentro de los muy pocos casos que se conocieron de mujeres que escribieron para ganarse la vida, destacó María Rosa de Gálvez, una dramaturga que ingresó no pocas sumas de dinero por sus obras, las cuales gozaron de gran éxito en su época y fueron representadas en muchas ocasiones. También María de Zayas Sotomayor, novelista, cuyo género se basó en la novela corta italiana, de de estilo imaginativo, gran viveza imaginativa y corte erótico-sentimental En sus relatos son fundamentales los personajes femeninos, dotados de gran personalidad pasional. Agrupó todas sus narraciones en dos colecciones: "Novelas amorosas y ejemplares", publicada en 1637, y "Parte segunda del sarao y entretenimiento honestos", de 1647. (193) Más allá de estas dos mujeres, hasta el siglo XIX no se dieron las condiciones favorables de algunos países de Europa -Francia e Inglaterra principalmente- para que las escritoras alcanzaran su puesto en el mercado de la literatura y las publicaciones.


Hay que recordar además, que muchas escritoras no llegaron a publicar su obra pero llevaron a cabo esa labor. Las razones fueron de diversa índole, puesto que hubo algunas cuyas letras no salieron a la luz por falta de financiación, otras condicionadas por la censura o por el miedo a lo que podía pensar su entorno más cercano. En algunos casos, como el de la poetisa del barroco María Egual, poetisa barroca, o María Francisca de Navia (1726- 1786) destruyeron antes de morir todos sus escritos, haciéndolos desaparecer para siempre. El resto de los que no se han estudiado aún, han sido condenados a la desaparición o descansan en archivos privados.



Además, el fin único de la escritura femenina no era su publicación, puesto que muchas escribían para círculos concretos (familia, amigos, compañeras de convento u orden) o para la representación de sus obras en teatros privados, de la aristocracia o de la iglesia. Este es el caso de muchas autobiografías espirituales y otros escritos religiosos que no llegaron a la imprenta, así como de piezas teatrales como El Eugenio o La sabia indiscreta de M.ª Lorenza de los Ríos o El aya de M.ª Rita Barrenechea.



De manera más habitual en el resto de Europa que en España, muchas de ellas eran partícipes del negocio librero como propietarias de imprentas o de librerías, más como herencia de maridos o padres dueños del negocio que como editoras en sí.



Muchas mujeres no escribieron solamente libros, sino también cartas, ya fuesen de propio puño y letra o dictadas -algo muy común tanto en mujeres de clase baja analfabetas como en damas de alta cuna-.



Santa Teresa de Jesús

Santa Teresa de Jesús




No hay que olvidar, la importancia de la escritura "semiprivada", como la correspondencia o los consejos de carácter familiar, muchas veces manuscritos, cuya conservación, por su propia naturaleza, ha sido con frecuencia precaria, de modo que en muchas ocasiones han resultado destruidos con el tiempo e incluso se ha llegado a perder la noticia de su existencia. En general, su mayor producción fue escrita en hojas de papel, también alumbraron escritos autobiográficos de muchos tipos diferentes, como memorias, autobiografías -sobre todo de religiosas, cuyo modelo fijó Teresa de Jesús-.